¿Cómo elegir almohada?
La almohada es uno de los objetos más inspiradores de la historia y de la propia vida. Sócrates dio cuenta de sus virtudes cuando afirmó que “la buena conciencia es la mejor almohada para dormir”, y el escritor Arturo Pérez Reverte resumió sus virtudes románticas en una frase: “Compartir almohada es compartir secretos”. Hay personas que siempre llevan su almohada en la maleta cada vez que salen de viaje, y quienes las compran de dos en dos porque temen que se deje de fabricar su modelo favorito.
¿Te has preguntado alguna vez cómo elegir almohada? A continuación te ofrecemos algunas claves para que puedas hacer la elección correcta.
Fuente de salud y bienestar
La almohada es, junto con el colchón, uno de los pilares del descanso, pero también una fuente de salud y bienestar. El Instituto de Investigaciones del Sueño recomienda que las personas con enfermedades pulmonares o cardiacas utilicen dos almohadas para mantener una inclinación vertical y facilitar la respiración, y sugiere que los pacientes con lumbalgia duerman con una bajo las rodillas para evitar dolores.
La elección de una buena almohada es igual de importante que la de un colchón porque ayuda a evitar presiones cervicales y mandibulares, y contribuye a mantener la espalda y el cráneo rectos, aspectos esenciales para garantizar un buen descanso, según explica el Consejo General de Colegios de Fisioterapeutas de España. Para comprender su importancia solo hay que tener en cuenta un dato: a lo largo de nuestra vida pasaremos cerca de un tercio del tiempo con la cabeza apoyada sobre una almohada. Así que, ¿cómo elegir almohada?
Dime cómo duermes…
Lo primero que hay que analizar y tener en cuenta es la forma que tenemos de dormir porque es el aspecto más relevante a la hora de elegir un modelo u otro.
Como norma general, las personas que duermen boca arriba deben utilizar una almohada de altura media, de entre 10 y 13 centímetros, que tenga un grado medio de dureza y que cuente con una longitud superior al del ancho de los hombros.
Si, por el contrario, tienes la costumbre de dormir de lado, debes utilizar una almohada alta, de 15 centímetros como máximo, y con una dureza superior para que la cabeza pueda mantenerse alineada de forma natural con la columna.
Por último, las almohadas bajas, que tienen una altura inferior a 10 centímetros y un grado de dureza bajo, están indicadas para los niños y para las personas que duermen boca abajo.
Una pareja, ¿cuántas almohadas?
Además, los expertos inciden en la necesidad de que las parejas que duermen juntas lo hagan con dos almohadas diferenciadas. Uno de los errores más comunes que se han transmitido durante generaciones ha sido, precisamente, éste: utilizar una única almohada para dos personas que duermen en la misma cama. Tal y como hemos mencionado antes, la elección de una almohada debe hacerse de acuerdo a la morfología y los hábitos de sueño específicos de una persona porque lo contrario supondría forzar a una persona a asumir las costumbres de la otra en algo tan delicado como el descanso.
Por eso es aconsejable que, antes de elegir un modelo concreto, cada persona analice la postura que emplea en diferentes posiciones a la hora de dormir y escoja la que más se adapta al cuerpo y a su posición habitual.
Ahora que ya cuentas con las principales pautas ofrecidas por los expertos para escoger almohada, es hora de que elijas la tuya dentro de la amplia gama de variedades que existen.
El plumón, un fijo solo para las personas más convencidas
El plumón es el clásico entre los clásicos: maleable, con diferentes grados de dureza, suave al tacto… Sin embargo, la enorme innovación que ha experimentado la industria del sueño le ha desplazado como herramienta de descanso y la ha dejado como una opción solo para las personas más convencidas, las que no quieren oír hablar de la tecnología viscoelástica, del gel termorregulador o de la fibra hueca. De hecho, tiene varias contraindicaciones, más allá de la apariencia de comodidad que ofrece, entre las que se encuentran las personas que sufren problemas cervicales o las que son especialmente sensibles a las alergias. A pesar de todo, muchas personas se resisten a cambiar e incluso a probar almohadas más modernas y eficientes.
Ergonomía, la llave del bienestar
Si la ergonomía resulta fundamental a la hora de elegir maquinaria, un vehículo y una silla de escritorio, es evidente que la reina del descanso también debe tener características ergonómicas. La almohada ergonómica cuenta con dos espesores diferentes que permiten ajustar la cabeza a la posición natural del cuerpo. Su espuma de memoria de alta densidad contribuye a aliviar los puntos de presión para facilitar la conciliación del sueño y ayudar a un descanso más continuado y duradero. Además, está recubierta de un tejido especial elaborado con bambú que favorece la circulación del aire y protege contra el calor y la humedad. Esta almohada es hipoalergénica, es decir, que puede ser utilizada por personas especialmente sensibles a las alergias. En caso de padecer una enfermedad o lesión cervical lo ideal es utilizar una almohada ergonómica con la forma de la curvatura fisiológica, que da un mayor soporte a la zona lesionada y a la cabeza para reducir la carga sobre las vértebras y la musculatura cervical. Todas estas características la han situado como una de las opciones preferidas por los especialistas para garantizar el descanso.
“No stress-good rest”
El estrés es uno de los principales enemigos del descanso y, por desgracia, es más habitual de lo que nos gustaría. Para mitigar la tensión que vivimos a diario, que ha sido especialmente intensa durante el último año, la almohada antiestrés cuenta con un diseño específico que nos ayuda a conciliar el sueño y a garantizar el descanso. Está elaborada con hilos de carbono capaces de absorber la electricidad estática para reducir el estrés, y cuenta con un relleno compuesto de fibras huecas de silicio que proporciona una gratificante sensación de calma. ¿El resultado? Pensarás que tienes la cabeza apoyada sobre una nube. Si además de esto le añadimos su carácter hipoalergénico, el resultado es el de una cálida herramienta de sueño y sosiego.
El origen de la tecnología actual: de piedra
Todos estos modelos son el resultado de la innovación y la evolución tecnológica que ha aplicado la industria del descanso desde la invención, hace cerca de 9.000 años, de la primera almohada, si es que se la podía llamar así. Este primer modelo del que se tienen referencias estaba hecho de piedra y su finalidad no era, precisamente, evitar lesiones cervicales o combatir el estrés de la vida en la antigua Irak: la finalidad de aquellos soportes con forma cóncava era mantener la cabeza alejada de insectos y otros pequeños animales que tuvieran la intención de llegar hasta la boca, la nariz o las orejas de la persona que intentaba descansar.
La piedra dio paso a la madera, uno de los materiales más utilizados en el Antiguo Egipto para la fabricación de pequeñas manufacturas. Algunos de los restos de aquella civilización hallados en las tumbas de los faraones y nobles incluían soportes de madera cóncavos que contaban con una hendidura central para que sus usuarios pudieran reposar la cabeza. Estas almohadas primigenias simbolizaban la capacidad de quienes las utilizaban de poder ver el más allá gracias a la elevación de su cabeza, aunque también se emplearon como herramienta contra el insomnio.
La civilización china también utilizó la madera para fabricar sus propias “almohadas”, no por su comodidad o porque careciera de tejidos apropiados para elaborarlas, sino porque entonces se pensaba que estos materiales cálidos minaban la energía y la salud de sus usuarios, y permitían que los demonios les acecharan por la noche.
La Humanidad tuvo que esperar hasta la llegada de la civilización griega y romana para poder disfrutar de almohadas suaves y delicadas, más en línea con nuestros gustos actuales, pero muy lejos todavía del concepto que tenemos hoy en día: un elemento de salud, descanso, confort y bienestar.